Danae C Diéguez: “Leer el cine se vuelve otro placer incorporado naturalmente”
DETRÁS DE CÁMARA Daniel Céspedes
Cuando se habla de estudios de la mujer, violencia de género y sobre todo feminismo, el nombre de Danae C. Diéguez (La Habana, 1973) está presente. Y, claro que es más que un nombre. De hecho, ella resuena porque es una activista perseverante que ha recorrido un buen y arduo camino.
Danae fue profesora asistente de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes (ISA). Allí impartió las asignaturas de Género y Cine y Apreciación Literaria. Un amigo en común me ha dicho que le puedo preguntar lo que me venga en gana de Nicolás Guillén y de Dulce María Loynaz.
Asimismo, trabajó como coordinadora del espacio AlterCine de IPS Cuba y de los eventos teóricos de las Muestras de Cine Joven (2006-2012) y estuvo vinculada además, como coordinadora, al Festival de Cine Pobre, dirigido por Humberto Solás.
Danae, a quien se le nombra también “la Diéguez”, preparó su tesis de doctorado que llevó por título “Cine de mujeres en Cuba”. Como pensadora, aún se le sigue por su plataforma digital El ojo sexuado.
Porque, por muchas razones, sería imperdonable que la pasara por alto cuando se hable de crítica de audiovisual en Cuba, contacto con ella y enseguida accede a una entrevista.
Daniel Céspedes (DC): ¿Puede admitirse que hay crítica patriarcal en Cuba?
Danae Diéguez (DD): Por supuesto. La crítica es y ha sido pensada desde estructuras que han leído los “valores” o “no valores” de una película desde categorías muy definidas, basadas en binarismos que solo responden a modelos encorsetados por el patriarcado que, a su vez, son los que modelan las calidades de una obra. El patriarcado es un sistema de dominación que sostiene todas las formas de existencia, es una estructura que moldea nuestra forma de actuar, de pensar. Es lógico que la crítica de cine genere también un sistema categorial que reproduzca jerarquías arbitrarias de valor; o sea, como en algún momento escribí: si no develamos las esencias que proponen esas jerarquías arbitrarias, nos seguimos quedando en la superficie. Por supuesto, hay cambios, hay miradas diferentes en la crítica, pero históricamente no ha sido la tendencia. No basta con historiografiar el cine y/o audiovisual hecho por mujeres, ese sería un primer paso de visibilización; pero si reproduces la misma estructura, los mismos mecanismos de lectura del texto fílmico, no estamos haciendo nada y la crítica continúa siendo patriarcal. O sea, la de siempre.
DC: ¿Qué es la sutilización del patriarcado?
DD: Cuando hablo de sutilización es que creo que hay muchos cambios que pudieran pasar como verdaderas conquistas y me parecen “permisos” que el patriarcado ha ido dando para aparentar verdaderas transformaciones. Lógico que los cambios se dan de forma paulatina, mucho más si significan erosionar un sistema de poder de tanta ancianidad, que ha podido regenerarse de muchas formas. Por eso el ojo atento, avisado, debe dar cuenta de cuándo esos “cambios” son supuestos o sustanciales.
DC: ¿Crítica femenina o feminista?
DD: ¡¡¡Feminista!!! Por supuesto, es la teoría fílmica feminista la que verdaderamente desmonta esas estructuras de las que te hablaba. La teoría fílmica feminista es también un posicionamiento político ante el texto fílmico. Y que quede claro que no hablo solamente de la propuesta discursiva, hablo del texto fílmico como una gramática en la que todos los componentes dialogan; o sea, el lenguaje audiovisual como un dispositivo de género.
DC: ¿Se puede hablar del feminismo de Danae C. Diéguez?
DD: Ser feminista, como dije alguna vez, me ha hecho mejor persona. Ser feminista te obliga –y permíteme citar a mi querida maestra Teresa Díaz Canals– a “ver claro en lo oscuro”. No puedes ser feminista y no ser activista, porque una injusticia a una mujer, a cualquiera, es también a ti. Feminismo es activismo. Ser feminista costó y cuesta muchas incomprensiones, la mayoría basadas en el desconocimiento, otras en el miedo. Ser feminista me ha generado alianzas con mujeres maravillosas, algunas venimos de batallas casi históricas, a otras las he ido encontrando en el camino. Ser feminista me ha permitido estar para muchas mujeres, estar ahí cueste lo que cueste y decirles “no estás sola”, “yo sí te creo” y, te aseguro, eso hace un cambio. Ser feminista me ha hecho repensarme y repensar lo que me rodea, mi vida personal y mis actitudes cotidianas. Te repito, ser feminista no es que te pones o quitas el traje, es vivir con esa piel porque sabes que es la única manera de erosionar un sistema de poder como el patriarcado, que tiene tentáculos poderosos, no solo en los grandes relatos sino, y peligrosamente, en los espacios mínimos y naturalizados de nuestra vida cotidiana.
DC: ¿Consideras, como algunos creen, que el feminismo puede llegar a ser absolutista?
DD: Nunca, no sería entonces feminismo. Cuando me hacen comentarios de ese tipo, siempre sonrío. Creo que detrás de una aseveración como esa hay desconocimiento y hay uno de los triunfos mayores del patriarcado: hacer ver a los feminismos -y fíjate como te hablo en plural- como exagerados y otros etcétera que prefiero no repetir. La historia de los feminismos y el feminismo como práctica política demuestran otra cosa: no puedes verlos alejados del contexto en el que surge cada nueva ola, pero el feminismo es todo lo opuesto al absolutismo. Como pensamiento no machea, así que habría que ver a qué llamamos absoluto y a quién beneficia tal calificativo.
DC: Además de ti, ¿quién más está afrontando desde el feminismo la crítica de audiovisual en Cuba?
DD: Me fui de Cuba hace cinco años, ya no formo parte de ese grupo. Emigrar es renacer y es lo que he hecho. Sigo leyendo sobre cine cubano, lo sigo continuamente y estoy al tanto lo más que puedo. En la emigración mi feminismo ha sido más desde el activismo y, te aseguro, me hace muy feliz porque en esas alianzas que te comentaba hemos podido estar mucho más presentes para mujeres y niñas que han necesitado de apoyos y acompañamientos. Cuando salí de Cuba, ya había impartido varios cursos sobre Cine y Género y había co-tutoreado varias tesis sobre el tema. Pero gente como Pedro Noa, Berta Carricarte y María Caridad Cumaná abordaban con mucha solidez la crítica desde esa perspectiva. Después he leído a Mayté Madruga, que me gusta mucho lo que hace; acercamientos muy interesantes de Zaira Zarza y a Dean Luis, cuyo conocimiento descomunal sobre cine lo ha hecho también usar muchas de las categorías de análisis de la teoría fílmica feminista para analizar y leer el cine. No puedo dejar de mencionar a mi querido Rufo Caballero, él escribió sobre el tema muy bien, como todo lo que hacía, y el análisis que hace sobre la narratividad en el cine de mujeres en América Latina es referente bibliográfico. Yo le debo mucho en mi formación a nuestras conversaciones y a las lecturas de sus siempre polémicos análisis. Debe haber más gente, ya te digo, y ojalá así sea. Para acercarme a esos temas le dediqué mucho tiempo, primero, a estudiar sobre feminismo, teoría de género, y después es que hice los anclajes con el cine. Si no hacemos así, si no dominamos primero todo ese conocimiento, no podemos después entender la teoría fílmica feminista.
DC: Para quienes no sepan, ¿qué es la fundación non-profit Funcionarte?
DD: Funcionarte es una de las cosas más maravillosas que tiene mi emigración. Es una non-profit creada por Yovana Martínez para, desde el arte, apoyar a mujeres que han sido víctimas de violencia machista. Hemos hecho cosas maravillosas, pero sobre todo hemos conocido mujeres resilientes, se han creado verdaderas redes de apoyo y Yovana que –sin poder, siempre puede– ha logrado que ese proyecto permanezca vivo. De ese proyecto que ella funda proviene una amistad hermosa entre nosotras y Kelly Martínez-Grandal. Funcionarte es uno de los proyectos más hermosos y honestos que esta ciudad de Miami tiene.
DC: Si te menciono a Hannah Arendt, ¿qué me tienes que decir?
DD: Resiliencia, activismo.
DC: María Zambrano.
DD: Pensamiento, emigración, redescubrimiento de mi yo.
DC: Dulce María Loynaz.
DD: La poesía que me acompaña, siempre alucino con sus silencios.
DC: Sara Gómez.
DD: ¡Qué mujer! Fuerza. ¿Te has puesto a pensar lo que significa hacer un documental como Mi aporte, en ese momento, finales de los sesenta?
DC: Teresa Díaz Canals.
DD: Maestra, feminista que hunde sus raíces en lo mejor de la eticidad cubana.
Ser humano maravilloso.
DC: Yovana Martínez.
DD: Amiga incondicional, hermana, de mis mujerangas preferidas.
DC: Dean Luis Reyes.
DD: Amigo, honestidad, la crítica de cine no puede ni podrá nunca prescindir de su mirada. Es un sabio (esto último no le va a gustar).
DC: ¿Cuáles son esas mujeres cineastas que consideras han estado relegadas, de alguna manera, en la cinematografía cubana?
DD: Todas. Si te digo unas por encima de otras, sería injusta; todas. El canon silencia, el canon es patriarcal. Que si hicieron cine fuera del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos), que si no hicieron largometrajes (¿por qué sería?)… Como si el canon solo se armara desde el largometraje de ficción o, de nuevo, desde los análisis que preponderan unos valores por encima de otros. Lo sintomático es que todas, en su momento y más allá de su momento, todas. ¿Sabes lo que significa que una película como Te llamarás Inocencia, de Teresa Ordoqui, además de super olvidada, como tantas, no se tenga en cuenta porque se hizo desde lo que en su momento fueron los Estudios Cinematográficos de la Televisión Cubana? Es solo un ejemplo.
DC: De las cineastas foráneas, ¿quiénes te interesan?
DD: Hay una lista, sin dudas, pero te menciono solo estas: Chantal Ankerman, con ella siento que aprendo mucho de cine; Agnès Varda —Cleo de 5 a 7 es un filme al que he vuelto muchas veces, por razones emocionales y también de puro estudio–; mi querida Lucrecia Martel… te digo querida porque veo su cine y siento un apego muy especial, no precisamente de tipo intelectual; y para mí otra imprescindible: Catherine Breillat, polémica quizás, pero fascinante.
DC: ¿Directores feministas o con inquietudes feministas?
DD: Siempre, inquietudes feministas. Los hay y bien interesantes.
DC: ¿Si te preguntara por la relación entre mujer y video clip en Cuba?
DD: Como el video clip es, sobre todo, un producto para vender a un artista, creo que ese ha sido el pretexto más fuerte para ver cómo deambulan, en la representación, mujeres amputadas, en las que la “parte” habla por el todo. Mujeres que son cercenadas en la representación, porque son objetos de la representación. Creo que es un espacio que ha legitimado mucho ese tipo de propuesta, muchas veces en nombre de la calidad del artista o del propio video clip como propuesta audiovisual. Pero bueno, si en Cuba se tarareaba hasta el cansancio un tema de la Charanga Habanera que dice: “dime cuánto ella vale que yo la voy a comprar”, ya después de eso ¿qué video clip puedes hacer? Es el cuento del huevo y la gallina. El video clip en Cuba y en el mundo vende, es publicidad y va a depender mucho de la música que intenta representar y de quiénes estén en la realización; del nivel de compromiso y/o conocimiento que tienen de cuánto impacta ese tipo de representación en los imaginarios simbólicos.
DC: ¿Y qué me dices de la repercusión de la metrosexualidad y de lo queer en la construcción de la belleza masculina, donde la imagen de lo filmado ha tenido –y tendrá- mucho que ver?
DD: Me encanta una película como Short Bus, por todo lo que propone, esa fiesta de la diversidad, de lo queer; el final es uno de los que más he disfrutado en el cine. La metrosexualidad y su representación en sí misma no me parecen un problema, como tampoco que la belleza femenina se potencie, solo que se potencia un estereotipo, que no es mentira, pero no es toda la verdad. Me preocupa cuando no existen variantes, cuando hay solo ese tipo de belleza, cuando no aparecen un abanico de opciones en las que yo me sienta representada, o tú. Cuando en esos modelos de representación hay sesgos, es cuando se crea un estereotipo demasiado encorsetado y discriminatorio y entonces es cuando la violencia simbólica –que tiene repercusiones terribles– hace de las suyas, y te aseguro que son graves. La metrosexualidad no implica necesariamente que el varón sea transgresor en su pensamiento, que se haya reiventado como un hombre sin machismos. No, no tiene nada que ver, es solo una imagen, tan asfixiante como cualquier modelo estereotipado.
DC: Hubo un momento, que por cierto ha continuado, en que IPS Cuba consideró en su sección de cine (Altercine) publicar a críticos reconocidos e incluso noveles. ¿Qué significó asumir esta pluralidad de voces?
DD: Cuando me propusieron llevar ese espacio, te confieso, vi la luz. Creé una sección en la que cabía todo lo que yo u otras personas escribíamos sobre los estudios de género y cine. Eso daba una sistematicidad; significaba además escribir durante todo el año de audiovisual cubano, mantener esa periodicidad me parecía un logro. Agradezco mucho a quienes confiaron en mi para ello, a Dean Luis, que creo fue el crítico más asiduo que tuvo el espacio. Por eso, cuando salí de Cuba, aunque lo mantuve durante un tiempo, era entendible que lo llevara otra persona y Dean era una propuesta lógica. Claro que tenían que escribir los más jóvenes, ahí te leí por primera vez. No veo la vida sino desde la pluralidad. Es que no me la imagino de otra manera.
DC: ¿Quiénes te han influenciado para pensar el audiovisual?
DD: Primero que todo, las teóricas del cine que más he leído, desde la Mulvey hasta Teresa de Lauretis y Ann Kaplan. Muchas más, a ellas y a muchas investigadoras latinoamericanas, como Margara Millan, les debo aristas a revisar, enfoques. A muchas de mis maestras del Colegio de México, que perfilaron mi mirada. Reconozco que hay dos personas que han sido vitales para mí: una fue Rufo, no tienes idea de cuánto nuestras conversaciones me marcaron. Le agradezco mucho, siempre. Y la otra persona es mi amigo de casi 20 años, Gustavo Arcos. Tenerlo cerca, conversar, meterme en sus clases, compartir tanto juntos, sin dudas definieron muchas cosas en mí. Le agradezco tanta complicidad y todo lo que sobre cine y, especialmente, cine cubano, aprendí de él. Ha sido siempre una mirada aguda que me ha acompañado.
DC: ¿Cuánto crees que otras lecturas ajenas al cine repercuten en la escritura sobre cine?
DD: Todo es importante. La cultura es esa capacidad de asociación que tenemos de todos los referentes a los que podamos echarle mano, y es maravilloso mientras más referentes se integren. Y no hablo solo de la mal llamada alta cultura, hablo de esa amalgama, ese tejido que determina quiénes somos y que viene de todas partes. En mi caso, además, mi formación es literaria, pero ya sabes, la palabra y su magia en la Literatura han sido determinantes para cualquier manifestación del arte. Si, además, entiendes la teoría literaria -que me fascina, por cierto-, pues leer el cine se vuelve otro placer incorporado naturalmente.
DC: ¿Tienes algún proyecto de libro en camino?
DD: Se quedaron libros en el tintero. Están en mi computadora, esperando porque mi otra yo los rescate. Con el ebook Con la mirada inquieta. Lecturas posibles sobre género y cine cubano me sentí feliz, más que todo porque es una compilación mía con gente que me había confiado esos textos. Y salió. Pero, como te dije, la emigración es reinventarse. Estoy haciendo mi doctorado, pero no en cine. Probablemente la tesis sea sobre violencia de género, pero con estudios de casos, con mujeres de acá en situaciones de vulnerabilidad. Quizás más adelante, o nunca, esos libros aparezcan. Sigo leyendo y procuro ver buen cine. Pero sigo viviendo, que es lo que priorizo por encima de todo.
DC: ¿Qué crees acerca de que actores y actrices gays sean más llamados para asumir personajes gays en el cine?
DD: Otro estereotipo.
DC: Tu director(a) de Cuba.
DD: No, por favor… no puedo. Hay gente que admiro mucho. Hace poco José Luis Aparicio me pedía una lista de mis 10 películas del cine cubano. Dejé sin mencionar a directores y directoras que me gustan mucho. Solo te puedo decir que Humberto Solás es el mejor entre los mejores. Admito que su cine me remueve. Y sé que tiene grandes películas, quizás mejores, pero El Siglo de las Luces es mi preferida.
DC: ¿Quiénes te gustan del panorama internacional?
DD: Esta lista es larga… y varía, porque depende de la película. Te voy a mencionar tres conocidos, pero no quiere decir no haya otros con obras muy particulares que me hayan marcado: Zhang Yimou. Cuando lo vi por primera vez, fue como cuando leí a Dostoievski, quería leer todos sus libros de un golpe. Martin Scorsese –un clásico que me encanta, de verdad no me canso de verlo–, y el cine de Jane Campion, donde quiera que esté, allá voy.
DC: Tu película cubana ya me la dijiste, ¿cuál sería tu película extranjera?
DD: ¿Será posible?… Eso es muy difícil. Te digo una de las tantas: La edad de la inocencia, de Martin Scorsese.
DC: ¿Cuál es para ti una de las escenas –sin ser física- más violentas de una película cubana?
DD: Mira a ver si te parece mejor esta idea. El cine cubano, en su afán de verosimilitud, ha sido casi obsesivo con el realismo y hay mucha naturalización en la representación de la violencia. Muchas veces, como una imagen acrítica, que imita esa realidad. Creo que es una característica que campea por nuestro cine.
DC: Fuiste colaboradora del Festival de Cine Pobre dirigido por Humberto Solás y, como especialista, te centraste en las muestras temáticas dedicadas a género (2008-2010). Lucía, que es una de mis películas cubanas preferidas, es a mí entender una de las que más testimonia, conscientemente, el patriarcado y el machismo como arrastre y lastre de la nación. ¿Qué me dices tú?
DD: Es una gran película, en todos los sentidos. Precisamente ese que mencionas es el hilo que conduce la película a través de estas tres mujeres. Creo que sí, es una película consciente de esa denuncia, una película que muestra a la nación cubana con ese entramado patriarcal que ha moldeado la vida cubana. Es una película en la que el machismo emerge con la misma naturalidad con la que se vive. Tiene escenas antológicas, escenas que nos definen como nación.
DC: ¿Qué les recomendarías no solo a las mujeres, sino a aquellos hombres que serán nuevas voces de la crítica de audiovisual?
DD: Leer el cine como un mapa que, además, devela las inequidades, y sobre todo las hegemonías, no solo desde sus propuestas discursivas, sino desde sus lenguajes. El lenguaje como un dispositivo de género en el texto fílmico, pero también el aparato creativo que lo sostiene, el conjunto todo, se vuelven indicadores para leer cómo el patriarcado tiene correlatos concretos en la realización. Creo que hay que prepararse para saber leer esos signos y saber cómo erosionarlos. Porque, al fin y al cabo, qué es si no el patriarcado: una muestra arbitraria de poder que potencia lo masculino como centro y eje de ese poder. Y en eso, el cine como ejercicio de producción, de creación y como texto fílmico, aún tiene mucho que repensarse. (2020)